Tratado sobre la violencia
Como los hombres son mortales y vulnerables, y se sienten amenazados por sus semejantes, se ponen de acuerdo para recurrir a formas no violentas de asegurar su existencia. Una de estas iniciativas civilizadoras es la decisión de fundamentar la sociedad en un contrato que, entre otras cosas, proscribe la violencia. Sin embargo, la historia de las sociedades humanas es a todas luces una historia violenta. El tratado de Wolfgang Sofsky se centra en esta sombría paradoja que parece inherente a la condición humana. Sus minuciosas descripciones nos muestran lo que sucede en una ejecución, cómo la violencia que inicialmente parecía perseguir un determinado fin se pervierte hasta el punto de revelar su verdadera esencia, qué dinámicas se desencadenan en una masacre, y cómo la violencia absoluta, que transgrede todos los acuerdos y prohibiciones, todo fin y toda disciplina, se convierte para los que la ejercen en una experiencia de libertad ilimitada. Los análisis de Sofsky, expuestos en un lenguaje sobrio y desapasionado, evidencian que la especie humana es esencialmente violenta. Por eso, quien quiera defender la civilización de sus detractores ha de tener una idea clara de las exigencias que ésta impone al hombre; idea que el estudio de Sofsky desarrolla de forma admirable. «Cuando todos los hombres eran libres e iguales, nadie se sentía seguro ante los demás. La vida era breve y el miedo inmenso. Ninguna ley protegía a nadie de la agresión. Todo el mundo desconfiaba de todo el mundo, y de todo el mundo tenía que protegerse, pues aun el más débil era lo bastante fuerte como para herir o matar al más fuerte, a traición o en confabulación con un tercero. Entonces los hombres establecieron una alianza para su común seguridad».